Cuando era chica y vivía en la calle a veces dormía donde me agarraba la noche. Las noches de tormenta, la oscuridad, la soledad, el silencio me daba mucho miedo. Pero para esas noches, cuando tenía mucho miedo, tenía un arma infalible. Cerraba los ojos, los apretaba fuerte fuerte y deseaba con mucha fuerza que pasara la tormenta. Y entonces algo mágico pasaba.
Cuando era chica tenía algo que ahora no tengo, algo que tengo que recuperar. Cuando era chica tenía fe.Cuando era chica me escondía del miedo cerrando los ojos y deseaba con el corazón que nada me pasara. La calle era jodida y siempre había algo o alguien que te asustaba, pero yo tenía fe, sabía que algún día todo iba a cambiar.
La falta de fe es falta de luz, porque la fe es creer en algo aunque no lo podamos ver. Perder la fe es estar convencidos de que eso que no está no va a estar nunca.
La fe es una conquista que se pone a prueba todos los días. El que pierde la fe puede perder un juego, aunque lo esté ganando. Si uno pierde la fe se entrega a la muerte.
Dicen que la fe mueve montañas, pero una montaña de fe mueve mucho más. Si vos crees en algo, por más que todos te digan que estás loco, no dudes, tenete fe.
No hay nada peor que darse por vencido, aún cuando veas todo negro, cuando no veas la salida, cuando creas que no vale la pena seguir creyendo en eso que creías. Seguí, cerrá los ojos bien fuerte y tene fe. Porque el secreto no es una pluma o la magia, el secreto es la fe, fe en la magia. La fe en que tu suerte puede cambiar.
La vida va a poner tu fe a prueba una y mil veces, solo depende de cuanta fe tengas en lo que querés, de cuanta fe tengas en vos, de cuanta fe tengas en la vida.
Murphy dice que los sucesos fortuitos tienden a suceder todos juntos. Yo prefiero creer que es una cuestión de fe.
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